Río de la Plata

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jueves, 30 de julio de 2020

Ambiente y libertad

                 

                A los ambientalistas nos encantaría tener una gran influencia en las decisiones que se toman con respecto al cuidado del entorno natural, en vista del conocimiento que tenemos del funcionamiento de los ecosistemas y de los impactos negativos que generan nuestras actividades en cada uno de ellos. Hay grupos que son muy agresivos en sus manifestaciones y han querido imponer su punto de vista.  Pero la realidad es que no tenemos porque transformar esta problemática en un motivo de contienda o de división; debemos buscar los puntos de encuentro para trabajar juntos en el logro de un objetivo común: la recuperación de nuestros espacios naturales.

                  Nadie disfruta un ambiente contaminado, no genera bienestar. Por eso estamos dispuestos a gastar más dinero o disponer de más tiempo para explorar un lugar recóndito con la esperanza de encontrar una playa con aguas transparentes, llena de peces y corales, un bosque con diversidad de flora y fauna, un parque sin desechos por doquier, en fin, un espacio natural prístino donde podamos sosegarnos y entrar en contacto con la naturaleza de manera segura. Pero lograr esa meta soñada requiere investigación, conformación de equipos de trabajo con diversidad de talentos, evaluación y diseño de estrategias para comunicar el riesgo de manera efectiva. No son tolerables aquellos movimientos que buscan la confrontación. Tenemos que buscar la paz. Podemos dar información, explicar por qué unas decisiones son mejores que otras, sugerir conductas deseables y diseñar buenos sistemas de incentivos que apoyen esas sugerencias, pero sin intimidación, sin violencia y teniendo en consideración el espacio de libertad personal y la propiedad privada.




               Desde el punto de vista religioso, Dios nos hizo libres, tanto, que podemos optar entre el bien y el mal, eso que denominamos "libre albedrío"; y desde el punto de vista humano, en la mayoría de las constituciones del mundo la libertad es un derecho fundamental. De acuerdo con  Rawls, 1995, la libertad es un objetivo social de orden superior en vista de que, una vez obtenida, nos permite avanzar hacia otros fines y deseos. Cuando nos falta la libertad, no existe nada que nos satisfaga. Dios nos da libertad plena, pero con el deseo de que elijamos siempre el bien porque nos ama, porque sabe que al elegir el mal, no solo le causamos daño a los demás, sino también, a nosotros mismos.

         La libertad está más cerca del autocontrol que de la barbarie. Mientras más educados e informados estemos, seremos más libres. Por esa razón, debemos acostumbrarnos a tener plena conciencia de los impactos positivos y negativos que nuestras actuaciones generan en el entorno. Estamos sedados, adormecidos, como si la destrucción de los espacios naturales no nos importara; nos cuesta organizarnos e incorporar pequeños cambios en nuestra conducta y en nuestra rutina diaria en función de obtener una vida más digna, para nosotros y para las generaciones que heredarán esta Tierra. En general, es muy fácil cometer errores cuando actuamos a ciegas, sin información. En economía decimos que cuanto mayor es la información, la toma de decisiones es más eficiente. Pero también existen aquellos que aún conociendo las consecuencias, se arriesgan, y como estamos hablando de bienes comunes y de espacios naturales compartidos, arriesgan a otros; y lo que es peor, esperan que sean otros los que reparen el daño que están generando, porque cuando no hay propiedad privada y son tantos los que concurren, es como si todos tuviésemos un anillo de Giges, lo único que puede salvarnos es una sana conciencia.

             Las buenas decisiones expanden los espacios de decisión, nos hacen más libres; por el contrario, las malas nos restringen hasta el punto de llegar a materializarse: es esa playa contaminada en la que no podemos bañarnos, esa especie extinta de la que no podemos disfrutar, es el agua que tenemos que comprar porque la del grifo no es confiable. Ante las leyes todos tenemos el derecho a disfrutar de un ambiente sano, y para garantizarlo, el estado establece una serie de estándares ambientales basados en criterios científicos cuantificables. Ante Dios y las leyes todos somos iguales, es decir hay equidad, y esto implica que nadie debería ser lesionado por un problema ambiental generado por otro

                 La libertad exige valores firmes que guíen nuestras decisiones y objetivos. Ser libres implica que debemos restringir el dictámen de los instintos y someternos a la razón. Hay muchas cosas que limitan nuestra libertad: desde el punto de vista físico (hay cosas que los seres humanos no podemos hacer en forma natural, como por ejemplo, vivir en el mar como los peces), legal (estamos restringidos por un cuerpo de leyes y reglamentos que deben ser acatados), económico (tenemos un nivel de ingreso personal que limita nuestras decisiones de consumo), espacio-temporal (no podemos estar en dos lugares a la vez), psicológica (incapacidad mental para tomar decisiones y asumir las consecuencias), religioso (evitar el mal y las actitudes inmorales). Todo el cuerpo de leyes está fundamentado sobre la ética y la moral, implica la búsqueda de la verdad y la justicia para alcanzar el bien común, requiere una organización social que asegure una convivencia pacífica y armónica. Las leyes restringen las actuaciones que nos llevan a lesionar a terceros, porque hacer el bien y buscar la verdad requiere fuerza de voluntad. Pero la promulgación de una ley ambiental no lleva automáticamente a su cumplimiento, porque la ejecución de las leyes ambientales resulta costosa, requiere sistemas de monitoreo y auditoría frecuente, (Field, 1995); sin monitoreo no hay prueba, y sin prueba no hay sanción. La mejor alternativa que tienen los gobiernos es tratar de que los entes privados cumplan la ley en forma voluntaria y reparen cualquier daño que hayan ocasionado a terceros.



               Esta consciencia ha comenzado a despertarse en el mundo. Cada vez más personas se animan a hacer el cambio y saben que sus pequeños gestos a nivel personal están impulsando cambios a nivel global. Los empresarios han tomado mayor consciencia de las externalidades negativas que generan sus operaciones productivas y están realizando las inversiones correspondientes en tecnologías limpias, al tiempo que han unido esfuerzos con gobiernos, universidades y ONGs, para apoyar estas decisiones con mayor cantidad de información, análisis externos y acciones concretas de prevención y remediación. También están cambiando la forma de relacionarse con las comunidades, siendo más sensibles a sus necesidades, y con el desarrollo de las Tecnologías de Información y Comunicación, mantienen una constante interacción con sus clientes, y esto los ayuda a orientar sus decisiones en función de cubrir las necesidades de sus mercados de manera sostenible.

              Si nos atrevemos a catalogar de inmoral el acto de contaminar y abrimos nuestra consciencia a la pérdida de libertad (en cuanto al disfrute de los espacios naturales y el deterioro de la salud) a la que nos dirige, estaremos listos para transitar hacia un mundo más sano, más justo, encaminado hacia el bien y en paz con el resto de las criaturas que lo habitan.

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Rawls, John. Teoria de la Justicia. Fondo de Cultura Económica. Segunda edición. México. 1995.
Field, Barry C. Economía Ambiental. Mac Graw Hill. Colombia. 1995.

sábado, 18 de julio de 2020

El dilema de las bolsas de plástico

           
Fotografía: Ian Banks
             
                Desde hace una década, se han estado desarrollando una serie de instrumentos de política ambiental en varias naciones del mundo, con el propósito de impulsar un cambio cultural dirigido a desincentivar el uso de la bolsa de plástico, en vista de los impactos nocivos que su descarte genera en el ambiente, los cuales tienden a agravarse en los cuerpos de agua. El problema radica en que las bolsas de plástico tardan entre 50 y 1000 años en degradarse, en función de la densidad del polímero, lo que genera su acumulación progresiva en el tiempo. Cuando lo descartado no tiene como destino final un relleno sanitario, termina siendo arrastrado por las corrientes de agua, y con frecuencia llega al mar. De acuerdo con un trabajo realizado por Vennila, Jayasiri y Pandey, (2014), para el International Journal of Fisheries and Aquatic Studies  titulado "Plastic debris in the coastal and marine ecosystem: a menace that needs concerted efforts", algunos de los impactos que causan las trazas de plástico en los ecosistemas marinos son: la destrucción del hábitat, ingesta de plástico y estrangulamiento de la biota, transporte de tóxicos orgánicos e inorgánicos, daños a la salud humana, pérdida del valor estético y económico de una región.

             Nos acostumbramos a usar la bolsa de plástico de manera frecuente en nuestras compras en vista de su resistencia; su principal atractivo resultó ser su mayor defecto al momento del descarte. Las almacenábamos en algún lugar de la cocina hasta que el espacio se hacía pequeño, y entonces aprendimos a hacer triángulos para comprimirlas; y al terminar el año eran tantas, que no sabíamos qué hacer con ellas y entonces terminaban en la basura. El avance logrado con las medidas impositivas y prohibitivas de uso ha sido enorme, pues la población se adapta con rapidéz en los países donde estas regulaciones entran en vigencia, sustituyendo el uso de bolsas de plástico por bolsas reutilizables (de uso prolongado), pues ya no se distribuyen en forma gratuita. La reducción que se logra en su consumo es inmediata y las que se compran son biodegradables o compostables, cuyo tiempo de degradación es menor. Pero he aquí el dilema... nuestra dependencia de las bolsas de plástico para desechar la basura no ha mermado y éstas suelen ser de polímeros de alta densidad. Como resiste cargas muy pesadas y evita la percolación de lixiviados, son ideales para contener y transportar nuestra basura. Además, las bolsas reutilizables que usamos ahora para hacer las compras, siguen siendo de plástico.  Hemos avanzado, pero no es el fin del camino.

¿Qué harémos?

               Como primer paso, es deseable que la elaboración de bolsas reutilizables se realice a partir de telas de fibras naturales muy resistentes como la lona, el yute o el cáñamo, o en su defecto, de plástico reciclado; pero lo realmente deseable sería dejar de usar este material, que si bien es muy barato de elaborar y de bajo costo para los consumidores, le sale muy caro al ambiente.

               Debe eliminarse el uso de las bolsas de plástico para descartar los residuos sólidos en el largo plazo, en el corto, parece inviable.  Muchos ambientalistas opinan que el objetivo es la no generación de residuos sólidos, la introducción de la economía circular en el ámbito empresarial (las empresas son capaces de reinsertar los desechos que se derivan de sus productos en la línea de producción), lo que le genera costos adicionales de recolección de reciclados y sistemas para transformarlos nuevamente en materia prima, o de contratación de este servicio a empresas dedicadas a ello. Y ya que hablamos de plásticos, pongo como ejemplo la empresa internacional "Bureo", fundada por Ben Kneppers, que recolecta las redes de pesca abandonadas en las costas y las transforma en pequeñas unidades reutilizables de plástico, con las que se pueden elaborar un sin fin de productos útiles. Si los costos generados en la reinserción de materiales reciclados al proceso productivo resulta menor a los costos de la materia prima no reciclada, habremos obtenido un beneficio adicional al de la conservación de los espacios naturales; es un cálculo que las empresas deben realizar al momento de decidir si adoptar este modo de operar, pues toda empresa debe ser, ante todo, rentable.


                     La no generación de residuos sólidos implica desarrollar la cultura del reciclaje, esta se vincula con  unidades de recolección transformación y uso del material que se recicla.

                      Otra manera de reducir el volúmen de residuos sólidos es comprando a granel en lugar de productos empaquetados. Este tipo de comercios está muy de moda y suelen ofrecer productos frescos de muy buena calidad, de origen local y de temporada. Consumir este tipo de productos debe repercutir de manera positiva en nuestra salud.

                    Nos quedan los residuos orgánicos. Con ellos, la propuesta es la elaboración de compost, pero para los que vivimos en apartamentos sin terraza y sin mucho espacio, esta propuesta nos resulta complicada. El compost libera gases en su proceso de descomposición que pueden resultar dañinos para la salud, por lo que también precisan espacios ventilados; pero aunque no contemos con las condiciones pertinentes, siempre podemos hacerle la propuesta a un amigo o familiar que sí las tenga. También es importante la separación de materiales tóxicos y de alto riesgo, de los desechos regulares para evitar accidentes.

              La tecnología seguirá avanzando para simplificar el sistema de reciclaje, hacerlo más efectivo, más sencillo y menos costoso, reduciendo el impacto negativo en el entorno, para que nuestro bienestar se eleve. Las empresas seguirán invirtiendo en investigación y desarrollo de empaques más adecuados. El vinculo entre la empresa y la academia es fundamental. Cuando llegué a Uruguay, me costó adaptarme al sistema de desecho de residuos porque es externo, tienes que salir a la calle a botar la basura en el contenedor más cercano a tu residencia. A primera vista parece un sistema obsoleto e ineficiente, pero con el tiempo me di cuenta que es mucho más límpio: menos espacio para la proliferación de ratas, ratones, cucarachas y otras plagas molestas.

              Es deseable que los países sigan explorando formas novedosas de desarrollar políticas de incentivos viables que impulsen a la población a realizar el cambio. No nos quedemos mirando desde lejos el acontecer de las cosas, seamos agentes activos del cambio en nuestro pequeño entorno, con pequeños gestos de amor.



               

miércoles, 1 de julio de 2020

Fragilidad

             

           

                    Estos meses nos han hecho sentir extraños, lejos de la cotidianidad y de los ambientes formales, donde desaparecieron nuestras certezas y nuestros proyectos. Es un espacio inverosímil, confinados en nuestras casas, viendo morir a tanta gente aislada de sus afectos en todo el mundo. Hoy se cuentan 517.977 personas fallecidas. Estamos ante una fuerte contracción económica mundial, que es aún más profunda en América Latina, donde se reporta una caida del PIB  del 7,2% (Perspectivas Económicas Globales del Banco Mundial, 2020). Cuando pensamos que las cosas no pueden empeorar, surgen acontecimientos que nos demuestran lo contrario. Somos frágiles, y nuestra única certeza es la muerte. La vida es un mar de incertidumbres.

               Ante este panorama de pérdida, sufrimiento y temor, se nos hace difícil alegrarnos por completo de que la naturaleza esté a salvo.  Y es que la naturaleza siempre ha estado a salvo a pesar de nosotros, es más fuerte que nosotros. Si bien tiene unos límites de tolerancia científicamente establecidos, cuando los superamos, encuentra sus caminos de recomposición: una inundación, un tornado, una larga sequía, un terremoto y hasta una mutación genética. Si sucedió en Krakatoa, puede suceder en cualquier lugar del mundo. Los que estamos en riesgo somos nosotros, expuestos a los impactos y calamidades de nuestras propias acciones. Cuánto nos cuesta asumir las consecuencias, cuánto nuestros errores. No es posible que el precio que haya que pagar por tener una naturaleza en armonía sea nuestra propia destrucción.

               El hombre debe estar plenamente consciente de que la naturaleza es el soporte de la vida, debe aprender a dominarla con sabiduría. Estamos llamados a buscar un equilibrio estable entre la sociedad, la economía y la naturaleza; es un equilibrio complejo que como sociedad global hemos estado construyendo durante los últimos 40 años. Pero la radicalización de esta postura, por parte de ciertos grupos, nos ha hecho mucho daño. Yo he dicho en varias ocasiones que el ambientalismo no es un asunto de políticas de izquierda. Los gobiernos de derecha están llamados a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, y como tal,  es deseable que continúen impulsando la investigación y el desarrollo de tecnologías sostenibles aplicadas tanto en la producción de bienes y servicios como en la producción de energía, factor limitante del desarrollo de las naciones.

                 Cuando vemos que tantas vidas se han perdido por causa de la pandemia, debemos pensar que otras tantas, de manera silenciosa, se han perdido por la contaminación y el desequilibrio que estamos generando. En brazos de la naciente sociedad industrial inglesa, Charles Dickens escribe un cuento titulado La vieja tienda de curiosidades (1841), donde asemeja dicha sociedad al infierno, por el "vómito negro" que emana sin cesar de las torres de ladrillos, que lo ensucian todo a su paso y forman "una densa nube negra" que lo oscurece todo. Cien años después, en 1940, se produjeron en Londres miles de muertes debido a la presencia de estas nieblas tóxicas derivadas de la combustión del carbón, cuyas emanaciones se mezclaron con anhídrido sulfuroso y óxidos de nitrógeno (Centro Panamericano de Ecología Humana y Salud, 2002). Un artículo publicado por la BBC en el año 2016, muestra que las 3 principales causas de muerte a nivel mundial son las cardiopatías, el cáncer y las enfermedades respiratorias. https://www.bbc.com/mundo/noticias-47469384, que son provocadas, entre otras cosas, por la contaminación, la mala alimentación y estilos de vida sedentarios. Mejorar nuestro ambiente, es mejorar nuestra propia vida, y lo hemos estado haciendo, es parte de nuestro proceso evolutivo: hemos acortado las distancias, la comunicación se ha diversificado y es cada vez más efectiva e inmediata, y los avances médicos han permitido incrementar la esperanza de vida del hombre más allá de los 70 años a nivel mundial, el nivel educativo se ha incrementado y se ha ido modificando con el tiempo para adaptarse a cada época. Hemos dado grandes pasos en la trasnsformación de nuestros parques inustriales, teniendo cada vez más conciencia de nuestras necesidades reales y las del ambiente que nos rodea, enfrentando a cada paso nuevos retos y exigencias. Como comunidad global, seguimos buscando ese equilibrio que nos permite estabilizar las condiciones de vida sin que ello implique un retroceso, sin que abandonemos la búqueda del bienestar. Hemos estado aprendiendo que este bienestar no depende sólo de las cosas materiales, estamos valorando más las relaciones afectivas, las relaciones con nuestro entorno y el impacto positivo que éstas tienen en nuestras vidas. Siempre he mantenido la esperanza de que encontraremos esa síntesis en el desarrollo tecnológico, en el mejoramiento de nuestras relaciones humanas y en nuestra relación con Dios. Los que creemos en Dios, tenemos la firme convicción de que está sobre todas las cosas, que su palabra es fuente de sabiduría y de vida abundante, y que seguir sus enseñanzas nos lleva por el camino correcto. Y en estos tiempos difíciles, esa fe nos ayuda a vivir con  alegría, porque donde aparecen nuestras incertidumbres, miedos y fragilidades, allí comienza el Gran Poder de Dios.

                 El hombre necesita a la naturaleza, la naturaleza no necesita al hombre. La naturaleza es un instrumento en sus manos, que usa para el bien o para el mal, pero no es capaz de controlarlo todo.  El COVID-19 se deriva de ella y no tenemos idea de cuánto tiempo se quedará. Los científicos están trabajando sin descanso para encontrar una solución, pero mientras el milagro sucede, mejoremos la forma en que nos relacionamos con los demás para hacer que los tiempos malos sean más llevaderos.

                  "Si el hombre bueno deja de hacer lo bueno y hace lo malo, morirá a causa de ello. Y si el malvado deja de hacer lo malo y hace lo bueno y lo justo, a causa de ello vivirá. Ustedes repiten: el Señor no está actuando con justicia. Pero yo juzgaré a cada uno de ustedes, israelitas, de acuerdo con sus acciones."
                                                                                                              Ezequiel, 33:18-20




sábado, 24 de marzo de 2018

Cada minuto para nuestro planeta azul





Dicen que hoy es la hora del planeta, que hay que unirse a hacer esto y aquello en función de detener la tendencia autodestructiva que llevamos dentro. Esta vez no alzaré mi voz para encadenarme a esta falacia. Para mí, el planeta no tiene un día o una hora, tiene toda mi existencia. Cuando realmente amas el entorno que te sostiene, transformas tu vida de tal manera que lo que parece extraordinario pasa a ser cotidiano. Pero vivir la sostenibilidad va más allá de cerrar bien los grifos, reciclar o apagar las luces de las habitaciones vacías, eso es superficial, la respuesta automática luego de haber recibido un mensaje de concientización que no necesariamente está arraigado en la conciencia. La problemática ambiental se encuentra enquistada en el corazón del hombre, y eso lo tuve claro desde el día que leí "Human Dimension of Global Environmental Change", de Daniel Joseph Hogan. Cuando entendamos que el cambio comienza por cada uno de nosotros y que ese cambio necesario va más allá de lo superficial, cuando dejemos de lado el alma de "free riders" que nos habita, esta problemática llegará a su punto de inflexión. Como todo comienza en el corazón del hombre, que se tiñe de negro y convierte todo lo que toca en algo sucio y pestilente, es allí a donde debemos llegar, esa es la conciencia que hay que despertar; porque al final, como dice San Pablo en Corintios 13, vemos al mundo a través de un velo, muy turbiamente, y nuestras mejores decisiones las tomamos con esa información sesgada en mente. ¿Qué nos guía a explotar los recursos más allá de su capacidad de regenerarse, de sus tiempos para crecer y multiplicarse, de su capacidad de absorber y neutralizar los contaminantes y mantener un entorno benigno? ¿Será la avaricia, tema que dio origen a la ciencia económica por aquello de que nuestra insaciabilidad siempre ha forzado los límites de la naturaleza para complacernos? ¿Y qué tal la ira, la soberbia y la envidia destructoras, que nos llevan a levantar las armas unos contra otros? O quizás la gula, que arrasa con bosques enteros para establecer sembradíos, en un intento de satisfacer a obesos y hambrientos, y aún así siempre hay quien muere de inanición como pasa en mí país y en tantos países del mundo. También la pereza, que es una muestra de desamor hacia nosotros mismos y hacia los demás, el no querer hacer las cosas como se deben porque dan más trabajo, porque consumen tiempo que no tenemos, porque estamos inmersos en nuestro líquido amniótico; también se peca por omisión. ¿No son estos los siete pecados capitales? ¿Y no son éstos los más benignos, los fácilmente perdonables? Son esos los que concesivamente se infiltran en nuestras almas y nos empujan hacia el abismo... porque todos vivimos enfermos, con alergias de todo tipo, con cáncer, con estrés y con hastío...¿ No es así? Y todas esas enfermedades se derivan del ambiente que nosotros mismos hemos creado, que nosotros hemos ido destruyendo, día tras día. Por eso no me afilio a la Hora del Planeta, porque lo que nos atañe es algo más profundo. Espero que durante estos días libres nos tomemos unos minutos para reflexionar sobre lo que estamos haciendo con nuestra vida y la vida de los demás, porque al final del día, cambiar nuestros hábitos de vida en pro de la conservación del planeta, pasa por sanar nuestro propio corazón, pasa por abrirnos a la capacidad de amarnos y amar a todos y todo lo que nos rodea.

jueves, 25 de agosto de 2016

¿Cuánto nos cuesta el agua embotellada? Segundo trimestre 2016


                    Fuente primaria.
             
            Durante el segundo trimestre de 2016, comenzaron las lluvias dando fin a la escasez extrema que desertificaba al país. Sin embargo, a simple vista, notamos que este hecho no tuvo el impacto esperado en el precio del botellón de agua mineral, que lejos de estabilizarse, se incrementó, y en un porcentaje mayor al que había registrado en meses anteriores: pasó de un 20% mensual a un 25%, entre los meses mayo y junio, y hasta la fecha he observado que esta tendencia se mantiene. Podría decirse entonces, que la inflación tiene un peso importante en la determinación del precio de este producto, pero sin omitir un detalle importante: la calidad del agua forma parte de la escasez relativa.

            Debemos recordar que la sequía extensa, originada por el fenómeno del Niño, acentuó la concentración relativa de los contaminantes y la presencia de sedimentos en el agua al disminuir el caudal de los ríos; situación que persistirá hasta que los embalses logren recuperar sus niveles óptimos. Por lo tanto, durante este trimestre aún se observa la presencia de sedimentos en el agua potable distribuida a través de las tuberías, lo cual origina un alto grado de turbidez. El aspecto desagradable del agua que emana de los grifos, desincentiva su consumo y transforma el agua mineral de un bien de lujo a uno de primera necesidad, cuya característica es la baja sensibilidad de la cantidad demandada ante incrementos en el precio. En la medida que se restituya la calidad perdida del bien gratuito, podremos observar el efecto que se logra en el precio del botellón, es decir, evaluar el peso de la sustitución.

miércoles, 16 de marzo de 2016

El agua como arte


Berlin II- Checkpoint Charlie

        En mi insaciable curiosidad por conocer la multiplicidad de ámbitos en donde el líquido vital toma el protagonismo, descubrí a un excelente artista cuya obra está basada en las investigaciones que ha realizado sobre las cualidades del agua tales como su transparencia, su capacidad de reflejar la luz y los colores, la distorción del reflejo por su movimiento y la refracción, entre muchas otras. Brandan encontró en el agua su inspiración y su objeto primordial. Además, su trabajo fotográfico lo ha asociado a la poesía. Por aquí les dejo sus enlaces para que ustedes mismos exploren y juzguen el contenido de su obra, sé que lo van a disfrutar:

http://www.fotoaleph.com/Exposiciones/AguaComoArte/Agua-index0.html#Agua

http://www.fotorevista.com.ar/autores/Brandan/Texto.php

Deyanira Díaz